2022/09/05 - Aprendiendo a utilizar mi Lomography Diana F+
Prólogo
Hace algunos años salí en bicicleta con la intención de recorrer el Anillo Periférico y rodear así la Ciudad de México. Según mis consultas previas en línea, el circuito completo tiene una longitud de 95 kilómetros, mismos que podría recorrer en 4 o 5 horas, dependiendo del tráfico. Las cosas no salieron de acuerdo con el plan. Si sigues el Periférico hacia el norte desde el lado de Satélite, la vía se convierte en la carretera a Querétaro; para hacer el circuito hay que tomar una salida que yo no supe identificar. Pensé por un momento en continuar por la carretera, pero decidí que era peligroso y preferí darme la vuelta cuando pude. Con eso llegué a un lugar que nunca había visto antes y que se salía por completo de los parámetros estéticos que asociaba yo con la Ciudad: se trataba de la planta de Cemex Barrientos, en Tlalnepantla, Estado de México.
Ese día me tomé una selfie y continué el largo recorrido de vuelta a casa, pero nunca olvidé lo fascinante de esas formas industriales, enormes y en cierta manera ominosas, sobrecogedoras.
Lomography Diana F+
Poco más de tres años después, compré una cámara Lomography Diana F+ usada por internet. No hace mucho que comencé a hacer fotografía, y es aún más reciente que decidí trabajar con los procesos análogos. Mi Canon EOS Rebel X S utiliza película de 35 milímetros. Haciendo a un lado las limitaciones en cuanto a repetición de tomas y la inmediatez de los formatos digitales, el uso de esa cámara es bastante similar al de una cámara mirrorless como mi Olympus OM-D EM-10. La Diana es una criatura completamente diferente. De entrada, utiliza película de formato mediano –– también conocido como 120, con un ancho de 60 milímetros, pero que permite capturar fotogramas de medidas variables––, que se carga de manera muy diferente a los rollos de 35 mm. La película 120 viene enrollada sobre una tira de papel con marcas numeradas para poder identificar esos fotogramas conforme el rollo avanza; tiene distintas escalas de numeración en varios niveles para poder llevar la cuenta de las tomas dependiendo del formato que se haya elegido. Cuando se han hecho todas las tomas, la película termina de enrollarse en el carrete donde la insertas al cargar, dejando vacío el carrete original en que venía, mismo que ahora servirá para cargar el siguiente rollo.
En cuanto a la Diana, toda su construcción es de plástico, incluyendo la lente ––con una longitud focal de 75 mm––, y su funcionamiento es completamente mecánico. Únicamente el flash utiliza una pila AA. En la parte posterior de la cámara hay una pequeña ventana con un switch para elegir si quieres tomar 12 fotografías cuadradas o 16 fotografías rectangulares. El obturador se activa con una pequeña palanca a un lado de la lente. La lente tiene un switch para elegir el tiempo de obturación dependiendo de la cantidad de luz, así como otro para decidir entre obturación normal (N) o para exposiciones largas o pinhole (B). La Diana F+ tiene un visor en la parte superior, alineado con el centro de la lente, pero no es un parámetro preciso para componer las tomas, sirviendo únicamente como un apoyo para darte una idea de lo que estás haciendo. Al final, el espíritu de Lomography radica en la espontaneidad, la falta de control y el look lo-fi.
El vendedor de la cámara decía en la descripción del producto que únicamente la utilizó una vez. Tengo la impresión de que no supo utilizarla correctamente y por eso decidió deshacerse de ella. Aunque no lo mencionó en la página, la cámara tenía dentro un rollo misterioso de película. Éste ya no estaba sellado con la cinta adhesiva que tienen los rollos nuevos de 120, pero no estaba en la posición final, ni del lado donde termina la película completada. Tomé la decisión de cargar ese rollo y hacer fotografías experimentales en mi departamento para familiarizarme con la cámara. La mecánica de avanzado de rollo en la Diana no es la más cómoda y las marcas numéricas no eran visibles a través de la ventana posterior, así que la experiencia fue sumamente ambigua.
Una vez terminado, el rollo resultó ser un Lomochrome Redscale EX de Lomography. De haberlo sabido, habría tenido más cuidado al elegir qué fotografiar y cómo componer cada toma, aunque al final no sirvió de gran cosa. El rollo ya había sido utilizado y manualmente rebobinado de regreso a su carrete original, en vez de pasar al de destino, y solamente se “rescató” la imagen que aparece a continuación.
La prueba de fuego
Después de ese rollo tan incierto, cargué en la Diana un rollo de Ilford Delta 100, película para fotografiar en blanco y negro, optando por hacer 16 exposiciones para sacar lo máximo posible de la carga. El siguiente paso era decidir qué fotografiar. Entonces recordé esa rodada de años atrás y el impacto que había tenido en mí la vista de ese centro industrial. Investigué en línea la ubicación precisa ––esta vez no llegaría por accidente— e hice los preparativos para rodar al día siguiente.
Cuando decido salir temprano en bicicleta, siempre tengo conmigo la ansiedad de no levantarme a tiempo o de simplemente quedarme en cama por flojera, pero esa mañana salí de casa con el amanecer y me dirigí hacia el norte.
El primer punto en el que saqué la cámara fue a un lado de las torres de Satélite. Hice un par de tomas antes de que ocurriera junto a mí un pequeño accidente en que un chica se cayó con su motocicleta. Afortunadamente, no fue grave, pero no pude resistir la tentación de capturar el percance de manera subrepticia. De lo que no me percaté fue que no había avanzado la película al siguiente encuadre, así que ocurrió una doble exposición en mi segundo fotograma. Hice una toma más de las torres y continué en mi camino.
Logré llegar a mi objetivo. La fábrica de Cemex se alzaba imponente frente a mí, pero definitivamente lamenté que sólo pude fotografiarla desde el exterior. Quizá un día pueda contactar a la empresa para acceder y hacer una sesión dentro de la fábrica. Creo que eso sería una experiencia sumamente interesante. Sea como sea, hice cuatro tomas desde el exterior, tratando de capturar aspectos variados de la estructura.
De ahí, lo restante era volver a casa. Emprendí el camino, deteniéndome ocasionalmente para fotografiar algunas vistas que encontré atractivas, como una señal de cruce que estaba de cabeza, o el edificio del museo Soumaya, cuando ya había llegado a Polanco.
Las últimas tomas del rollo las hice en People For Bikes de Polanco, en donde trabaja una amiga muy querida. Fue algo curioso pasar de la fotografía urbana a los primeros acercamientos al retrato utilizando la Diana. Espero pronto poder hacer una sesión con ella con mis cámaras que me dan más control sobre los resultados.
Conclusiones
Estoy seguro que notarás que lo más peculiar en estas fotografías es que, a diferencia de cómo se ven en los negativos de 35 mm, non hay márgenes claros separando cada toma de la que sigue, sino que hay una superposición en las imágenes. En un principio, pensé que se trataba de un error mío al avanzar el carrete, lo que había tenido un resultado negativo pero fortuitamente fascinante. Sin embargo, tras considerarlo detenidamente un tiempo, me percaté de que ése no era el caso.
En realidad, es parte del proceso mecánico natural de la Diana. La cámara no tiene los medios mecánicos para cambiar las proporciones de las capturas que hace (a diferencia de otras cámaras de formato medio mucho más avanzadas), sino que todas las tomas son de formato cuadrado. Si eliges hacer 12 tomas, los cuadrados tendrán el espaciado regular y resultarán en un negativo de aspecto más convencional. Pero al elegir 16 tomas, los lados de esos cuadrados se superponen; el área libre de superposición es la toma rectangular, mientras la zona superpuesta es el margen de separación entre cada toma.
De esta manera, una foto individual de las mostradas antes se vería así:
Ahora entiendo mucho mejor el funcionamiento de la Lomography Diana F+ y sé que para hacer tomas bien separadas lo mejor es elegir 12 exposiciones cuadradas por rollo. Sin embargo, este proceso también abre ante mí nuevas posibilidades fascinantes para la composición fotográfica, pues ya no únicamente pensaré en imágenes individuales o series, sino en polípticos.
Espero que me acompañes en este viaje artístico. ¡Nos vemos pronto!